Avanza la causa de beatificación del padre Rafael García Herreros
En julio de 2021, se anunció que la Congregación para las Causas de los Santos decretó la validez jurídica del proceso adelantado en la Diócesis de Engativá para la Causa de Beatificación del Siervo de Dios Rafael García Herreros Unda. Luego de la petición hecha por la Comunidad Eudista a Mons. Héctor Gutiérrez Pabón, entonces Obispo de Engativá, el proceso se inició cuando éste, a comienzos de 2013, presentó la propuesta de adelantar la Causa a la Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, que dio una respuesta favorable. En octubre de 2018, en una solemne eucaristía, presidida por Mons. Francisco Nieto, Obispo de Engativá, concluyó la fase diocesana de la Causa. Ahora sigue la fase romana y la presentación de la positio sobre el Siervo de Dios.
Servicio y amor
El padre Rafael había nacido en Cúcuta en 1909, el tercero de siete hijos del general Julio César García Herreros y doña María Unda. Fue ordenado sacerdote en 1934 en la Congregación de Jesús y María, a la cual se incorporó en 1932. Un Nuncio Apostólico, Monseñor Paolo Giobe, lo ordenó, y un Nuncio Apostólico presidió sus exequias, el 26 de noviembre de 1992, en Bogotá: Monseñor Paolo Romeo, quien, entrevistado por un noticiero, expresó del padre García Herreros: “Con su vida, él procuró evangelizar a los hombres, buscando métodos nuevos para llegar a expresiones nuevas, de manera que nuestra fe cristiana pudiera ser vivida y que el evangelio, a través de nuestras palabras y obras, fuera creíble en este tiempo”.
Concelebraron la eucaristía de exequias el obispo de Barrancabermeja, Mons. Juan Francisco Sarasti; el obispo de Coro, Venezuela, Mons. Roberto Lückert; el Obispo electo de Zipaquirá, Mons. Jorge Jiménez; y un centenar de presbíteros, ante una multitud de fieles. El Cardenal Mario Revollo, arzobispo de Bogotá, expresó a El Espectador: “He recibido con profundo pesar la noticia del fallecimiento del padre Rafael García Herreros. Fue un hombre que marcó en la Iglesia una estela de servicio y amor. Su vida fue ejemplar; su fe, profunda y de amor por Cristo. Su obra fue excepcional. Hay que darle gracias a él por lo que hizo por Colombia”.
El padre Diego Jaramillo, eudista, sucesor del padre Rafael al frente de la obra, inició la homilía del funeral, con la frase labrada en las puertas del templo del barrio Minuto de Dios: “Amarás al Señor tu Dios y a tu hermano el hombre” (Mt 22, 37-39) y dijo: “Esas palabras resumen la vida del padre García Herreros y son como el testamento espiritual que él nos ha legado”.
El Siervo de Dios Rafael García Herreros ejerció los primeros 20 años de su ministerio presbiteral como formador en seminarios: Santa Rosa de Osos, Jericó, Mérida (Venezuela), Pamplona, Miranda, Cartagena y Cali. El Vicepostulador de la Causa, P. Iván Díaz, eudista, expresa que fue “un gran maestro de espiritualidad, con su testimonio y ascesis, para sus alumnos en los diferentes seminarios”. En su tarea evangelizadora y de promoción vocacional, el padre Rafael desplegó gran actividad literaria mediante cuentos, de los que publicó unos 250; y dejó muchos otros escritos: obras teatrales, vidas de santos, crónicas, oraciones, páginas espirituales. Con ellos y sus “Minutos de Dios” se han publicado 34 volúmenes.
En enero de 1955, el padre García Herreros inició en la televisión colombiana el programa “El Minuto de Dios”, que realizaba por radio desde 1950. Expresa el Vicepostulador de la Causa: “Con El Minuto de Dios, logró llegar al corazón de los colombianos para trabajar por una revolución social sin derramar una gota de sangre, a la luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, buscando la conversión de ricos y pobres; quiso que intelectuales, científicos, artistas y reinas de belleza dieran a su actividad una finalidad social. En este empeño por comunicar a todos el amor de Dios y su misericordia sin límites, que busca la conversión del pecador, no temió críticas, amenazas o peligros, cuando se sintió llamado por Dios a involucrarse en procesos de paz con la guerrilla, rescate de secuestrados o entrega de narcotraficantes. Liberado de juicios y prejuicios, se comprometía, a imagen del Buen Pastor, en rescatar a la oveja perdida. Lo que afectaba al ser humano lo afectaba a él: la pobreza, la enfermedad, el desempleo, la destrucción de los hogares, la pérdida de valores, las tragedias naturales, el desequilibrio socioeconómico. Innovador desde el Evangelio, supo utilizar los medios de comunicación para transmitir su mensaje; creó obras y actividades para responder a las necesidades de vivienda, educación y trabajo, así como para ayudar a los afectados por desastres naturales”.
Sacerdote virtuoso
“El Siervo de Dios fue realmente un hombre virtuoso, que amó profundamente a Dios y sirvió a la humanidad”, afirma el padre Camilo Bernal, superior de la Provincia Eudista Minuto de Dios; y destaca de él: “Su relación de proximidad con Dios, en todos los momentos de su vida, en sus actuaciones, en la toma de decisiones y aun en circunstancias adversas. Su espíritu contemplativo: era un místico, siendo un hombre de muchas realizaciones. Su amor a Dios; era un enamorado profundo de Jesucristo. Su interés y amor por la persona humana; su capacidad de escuchar, atender y, en particular, servir a los pobres y ayudar a transformar sus realidades”.
Concuerda con él el P. Díaz: “Su norma de vida fue el amor a Dios y al hombre. Era un sacerdote consagrado, autoexigente, con una intensa vida litúrgica y sacramental y obraba buscando, en todo, la voluntad de Dios. Fue un sacerdote pobre, que vivió con austeridad y nunca tomó para sí nada del dinero que pasó por sus manos con destino a las obras sociales o evangelizadoras”.
El Superior General de la Congregación de Jesús y María – Eudistas, P. Jean Michel Amouriaux, expresa que el P. García Herreros fue un sacerdote centrado en Jesucristo, que buscó siempre lo mejor para los demás y se esforzó por realizar la comunidad cristiana; y destaca “su permanente rectitud de vida, su fidelidad en el sacerdocio… En esa rectitud de vida, el Siervo de Dios puede ser propuesto como modelo de vida sacerdotal”. Añade que un rasgo característico del P. Rafael fue su apertura a las llamadas del Espíritu Santo: “Habiendo tenido una educación que pudo ser rígida, en una familia militar, él supo escuchar la llamada de los indígenas, de los pobres, de la Renovación Carismática, de las necesidades de su país. A través de esa rectitud de vida, supo adaptarse y crear para responder. No tomaba decisiones sin escuchar al Espíritu Santo. Escuchar los llamamientos del Espíritu, escuchar a la Iglesia, escuchar las expectativas del momento: esto podría ayudar a muchos sacerdotes; estamos en un momento en que se busca el modelo sacerdotal. Por otra parte, en un tiempo en que la credibilidad de los sacerdotes es muy frágil, el que un sacerdote pueda recibir el honor de la Iglesia como beato y santo es muy importante para la Iglesia. Consuela un poco”.
La comunidad cristiana, Colombia, la paz
El Siervo de Dios quería conformar comunidades cristianas; como decía: “Familias que viven cristianamente y que tienen conciencia del bien común como norma… que creen en Dios, en el hombre; rechazan totalmente la violencia, la envidia y la amargura de vida…”. Denota el P. Iván Díaz: “El P. Rafael se consagró a buscar que la gente viviera un cristianismo coherente, alimentado por la Palabra de Dios y los sacramentos y confiando en la intercesión de la Virgen María; abrió las puertas, en su parroquia, al movimiento Neocatecumenal, a los Cursillos de Cristiandad y a la Renovación Carismática de la Iglesia Católica. Desde esta corriente espiritual, se esforzó en promover grupos de oración y comunidades laicales, así como misiones, retiros y convivencias para laicos, sacerdotes y obispos. Con espíritu abierto y ecuménico, tuvo diálogo con judíos y con cristianos bautistas y anglicanos, para trabajar por la unidad”.
“Creo que el P. García Herreros, afirma el P. Amouriaux, podría ayudar a muchos sacerdotes también a escuchar más las necesidades del pueblo de Dios y del pueblo de Colombia y a trabajar para que las comunidades cristianas sean realmente sal y luz en la sociedad”.
“La beatificación del siervo de Dios, expresa el Vicepostulador, podría contribuir a dar a conocer e imitar el profundo amor a Dios y al ser humano, la asiduidad a la Palabra de Dios; el conocimiento y aplicación del Magisterio de la Iglesia; la creatividad y la actividad incansable para llevar el amor misericordioso de Dios a quienes no lo conocen; el esfuerzo porque la fe y la religión se traduzcan en comunidades vivas que den testimonio y se comprometan, como Iglesia, en construir en el mundo el Reino de Dios. Las enseñanzas del Siervo de Dios cobran actualidad en esta época de nuestra realidad nacional, convulsionada por la protesta social y las desigualdades socioeconómicas; su mensaje fue siempre el de encontrar el progreso y la promoción del ser humano sin conflictos ni derramamiento de sangre, sino desde la conversión del corazón de unos y otros. La obra que dejó el Siervo de Dios, El Minuto de Dios, se ha convertido en un referente de promoción de la dignidad humana en el país”.
El padre Jaramillo expresa que el padre García Herreros fue un profeta que quiso remediar los males sociales y su mensaje tiene vigencia: “Muchos han ayudado a que se ponga en práctica la doctrina de la Iglesia sobre la justicia social; en este campo, sin ninguna duda, Rafael García Herreros fue un profeta mayor”. Con la posible beatificación del Siervo de Dios Rafael García Herreros, dice el Padre Bernal, “El Minuto de Dios recibiría bendiciones. Como fundador, él sigue caminando con su obra, la cuida, la bendice. Y para la Iglesia, su beatificación es un paso extraordinario: él fue el sacerdote más influyente en la segunda mitad del siglo XX en Colombia. El mundo de hoy y la Iglesia colombiana necesitan santos próximos a su realidad. La Causa de Beatificación del Siervo de Dios tendría un alto sentido y una enorme motivación para la Iglesia y para el pueblo colombiano, en la búsqueda de la reconciliación y la paz, en el ejemplo de este sacerdote se comprometió en esos campos y nunca empuñó un arma distinta al Evangelio y que, a través de la Palabra de Dios, construyó grandes propósitos en la Iglesia y el país”.
El Superior General de los Eudistas concluye invitando a todos a orar con la oración de la Causa: “La beatificación no se hace por nuestras acciones solamente ni porque haya un lobbying; se hace por la fuerza del Espíritu Santo”.