¿Por qué estamos hablando siempre de Colombia? ¿Por qué estamos soñando siempre en ella? Porque queremos que Colombia recupere su nombre en toda América, porque queremos que inunde a Colombia una oleada de grandeza, de superación y de progreso. Porque queremos que ningún colombiano se quede a un lado en la campaña, en que estamos empeñados, de engrandecer nuestro país. Porque queremos que todos tomemos parte, como nunca, en la historia de la transformación de Colombia. Porque queremos que aquí no haya más mendigos ni haya más guerrilleros ni haya más voladura de oleoductos ni haya más traficantes y transportadores de droga. Porque queremos que no haya más evasión de capitales al exterior.
Porque queremos que todos tomemos parte en el cambio que requiere el país. Porque no queremos que los pocos dineros decretados por las Cámaras se repartan dolosamente y tomen otros rumbos particulares. Ya no más jóvenes sin escuela, por culpa de sus padres, en los campos, y de campesinos descuidados. Ya no más jóvenes sin colegio; ya no más abandono de las calles de la ciudad.
Queremos que haya una emulación de ciudad a ciudad, en su embellecimiento. Para eso, actualmente se han elegido a los alcaldes por voto popular. Queremos y soñamos que todas las ciudades tengan sus parques bien tenidos, aun con ayuda de los particulares.
Deseamos que no haya tugurios en Colombia, porque los particulares están preocupándose por este grave problema social. Que no nos sigan teniendo como el país más violento del planeta. Queremos que se mejoren los salarios mínimos; queremos que no haya defraudadores, ni de impuestos ni de bancos ni de empresas. No queremos ver en los periódicos los nombres de ladrones de corbatín y de guante blanco.
Queremos el gran ideal de que los ricos no vivan tranquilos, solamente pensando en aumentar sus riquezas, sino que participen seriamente en equilibrar el problema en que se hallan familias pobres.
Les vuelvo a decir: ¿Por qué estamos hablando siempre de Colombia? Porque estamos soñando, como una obsesión, en ella, y no podemos estar tranquilos mientras no se empiecen a dar, con la ayuda de todos, los pasos definitivos para la restauración del país. Tenemos que volver a Colombia el primer país de América Latina. Un país donde se dé la solidaridad de todos; un país de ricos, si se quiere, pero de ningún miserable, de ningún mendigo; vuelvo a repetir, de ningún analfabeto.
Hablemos de esto ahora; no hablemos solamente de temas politiqueros. Estamos ahogados con temas de esos. Ninguno de ellos nos ofrece el cambio anhelado. Queremos que los hombres pensantes se reúnan para cambiar ideas de lo que se debe hacer en Colombia, y que influyan en las ciudades. Queremos que aparezcan un país y unas ciudades llenos de interés por el mejoramiento en todos los aspectos. Por supuesto que yo, como sacerdote, sé que solamente un verdadero cristianismo puede producir unos hombres capaces de cambios tan radicales como el que les estoy proponiendo.
«Constructores de la nueva Colombia», Rafael García Herreros,
Colección Obras Completas No. 19, Corp. Centro Carismático Minuto de Dios, Bogotá, 2009.