Quiero invitar a los jóvenes universitarios cristianos a venir a ayudarnos a hacer casas para familias en extrema pobreza, en el barrio San Luis de Bogotá, detrás del Hospital de Meissen, vía Villavicencio, donde El Minuto de Dios está construyendo ciento veinte lindas casas.
La salida es exactamente a las siete de la mañana los domingos; no a las siete y diez, sino a las siete en punto. Saldremos del Minuto de Dios; el trabajo es acarrear ladrillos, hacer excavaciones para los cimientos y posiblemente pegar ladrillos y ayudar a fijar las puertas y las tejas.
Primero tenemos la misa, con cantos juveniles, en compañía de los futuros propietarios; y después, dos horas de trabajo.
Si usted, joven universitario cristiano, quiere prestar un gran servicio y tomar experiencia en las necesidades del país, acompáñenos los domingos a las siete en punto, no a las siete y diez porque ya hemos salido. Venga en grupo, en automóviles.
Nos dice Jesús, en el evangelio: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Éste es el primero y más grande mandamiento; el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 29-31).
Debemos ejercitarnos en el amor a Dios. No podemos pasar toda la vida sin nunca hacer un acto de amor a Dios, a este Dios infinitamente bueno y sabio y poderoso, que nos manda que lo amemos. Repitamos frecuentemente: “Dios mío: yo te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas”.
A los cristianos nos hace falta el amor a Dios y amar a los hombres. Estamos tan ocupados, estamos tan embebidos y distraídos en lo material y en las ocupaciones, que no tenemos ni un minuto para amar al infinito, al bondadosísimo Dios, que nos provee de todo.
Volvámonos nosotros amantes de Dios. Que no se nos haga un reproche a la hora de la muerte: que nunca amamos a Dios. Aprendamos a decir, llenos de emoción y de fervor: “Dios mío, yo te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas”.
Embellezcamos nuestro hogar con actos de amor a Dios, embellezcamos nuestra vida, embellezcamos la ciudad con múltiples actos de amor a Dios y al prójimo. No hagamos absolutamente nada que vaya contra el prójimo. Hagamos todo lo posible por beneficiar al hombre.
* Octubre 26, 1987.
(Libro: García Herreros, Rafael, «Colombia para Cristo»,
Colección Obras Completas No. 27, Centro Carismático Minuto de Dios, Bogotá, 2012)