Háblale a tu hijo de nosotros

Enfoque temático: oración a la Virgen María
Tema: La Virgen es nuestra madre

Nosotros sabemos, Señora, que tú eres la Madre de Cristo; sabemos, por el evangelio y por Pablo, que Cristo es nuestra vida; por lo tanto tú, que nos diste nuestra vida, Cristo, eres nuestra madre. Por tu mano de madre han pasado todas las gracias que Dios nos ha dispensado y ha dispensado al mundo. Desde que nos regalaste a Cristo, hijo de tus entrañas, todas las gracias vinieron a través de ti.

Todos los beneficios que a lo largo de nuestra existencia nos ha dado Dios fueron escogidos por ti, pasaron por tus manos de tesorera de Dios. Como en Caná de Galilea, siempre el agua fría y salada de las cosas humanas se ha convertido en vino caliente y fervoroso de gracias y de méritos por tu mediación ante Cristo.

Tenemos un solo Redentor ante Dios: es nuestro Salvador. Pero, ante Cristo, ¡te tenemos a ti, Madre! Él ha querido que seas tú la que nos conduzcas hacia Él. En nuestro camino hacia Dios por medio de Cristo, siempre estás tú, Virgen María.

Tú sabes nuestros pecados, nuestras debilidades; tú conoces la implacable tendencia hacia el mal que nos doblega. Ven a nuestra ayuda. Ven a nuestra casa, ven a nuestra patria. Tal vez nos encuentres tan distintos de cuando éramos niños, que no nos reconoces. Quizás hemos perdido la fe, quizás nos hallarás en la terrible situación del que no cree, del que cerró el camino a la luz y por ninguna parte ve el sendero, del que no comprende para qué nació, por qué sufre y hacia dónde va.

Para el que no cree, la vida es un absurdo, no tiene explicación ni tiene sentido. Tú puedes iluminarnos; si te invocamos aun desde nuestras tinieblas, tú rompes la noche, nos traes a Cristo y todo se aclara, y con Él todo descubre su sentido.

Si tú vienes a nuestra casa, encontrarás quizá que no hay vino, que el amor ha hecho crisis, que entró el cansancio, la fatiga en el primer amor, y que se ha vuelto nuestra casa un hotel donde se entra, se come y se duerme, ¡pero donde no se ama! Sin embargo, una sola palabra tuya puede hacer que Cristo transforme el agua en vino, el agua del egoísmo, el agua del desamor. ¡Una sola palabra tuya al oído de Cristo!

Si tú vienes a nuestra patria, también la encontrarás enferma; encontrarás nuestra falta de cristianismo, nuestros odios injustificados, nuestras venganzas y nuestras injusticias. Sin embargo, tú puedes curarnos, Virgen María de los siete dolores y de las siete espadas.

A pesar de todas nuestras miserias, ¡nunca te hemos negado! Ábrenos las puertas de tu casa, donde encontraremos a Cristo. Así como los magos -nos dice el evangelio- encontraron a Cristo en las manos de María, así también nosotros lo hemos de hallar contigo.


(Tomada del libro “La Virgen María”)

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